El pasado 12 de diciembre se reportaron una serie de microsismos con epicentro en la Ciudad de México; a partir de esa fecha se han dado a conocer más de estos movimientos telúricos que, por sus bajas magnitudes, no ameritan la activación de la alerta sísmica.

Pie de Plano/IHO
16 dic, 2023

En México, normalmente cuando se habla de sismos o terremotos es muy común saber que se originan en algún punto de la costa del Pacífico, principalmente en Oaxaca, Guerrero o Michoacán.

Sin embargo, en los últimos años, sobre todo a partir del sismo del 19 de septiembre de 2017, es más frecuente conocer sobre la ocurrencia de pequeños terremotos con epicentro en la Ciudad de México, los cuales son percibidos principalmente por quienes habitan al poniente o sur poniente de la capital, aunque la mayoría de estos movimientos no son perceptibles por las personas, pues presentan magnitudes de dos a tres.

Si bien este tipo de sismos no son los más comunes, ello no significa que sean extraordinarios pues, por ejemplo, en el 2022 se registraron 37 microsismos tan sólo en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM); esta cifra aumenta en el país si se consideran los surgidos en otras entidades como San Luis Potosí o Tamaulipas, con poco más de veinte movimientos en cada uno. Aunado a los registros en estados como Durango, Sinaloa, Coahuila o Monterrey. Es decir, tiembla, literal, al interior de toda la República Mexicana.

¿Cómo se originan los sismos?

La corteza terrestre está conformada, de manera similar a un rompecabezas, por diversas piezas denominadas placas tectónicas, las cuales se mueven todo el tiempo ocasionado choques en los bordes de cada una de ellas; a estos movimientos se les identifica de tres maneras:

Imagen: Google Maps; tratamiento: Isra H. Ortega. Movimiento transcurrente: Deslizamiento entre dos placas.
Imagen: Google Maps; tratamiento: Isra H. Ortega. Movimiento convergente. La placa de Cocos entra por debajo de la Norteamericana.
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Los primeros dos tipos de movimientos son los que producen más de 20 mil temblores al año en México, y el segundo, el de tipo convergente, es el que genera la mayoría de los sismos en la costa de Michoacán, Guerrero y Oaxaca debido principalmente al choque frontal entre las placas del Pacífico y la norteamericana.

Además de ser los más comunes, son los de mayor energía (con magnitudes superiores a 6) que han marcado a la historia de México en cuanto a daños materiales y pérdida de vidas, como el ocurrido en 1932 en la costa de Jalisco, de 8.2 grados en la otrora escala de Richter; el de 1985 en Lázaro Cárdenas, Michoacán, de 8.1 grados en la misma escala; o el de en Colima-Jalisco, en octubre de 1995, que provocó maremotos con olas (tsunamis) mayores a cinco metros de altura.

Este tipo de sismos, también llamados de subducción, pueden ser superficiales, pues se generan a profundidades de entre 5 y 35 kilómetros, o profundos, mayores a 35 kilómetros.

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¿Qué son los “microsismos”?

Se les identifica así porque su magnitud es muy baja, por lo regular son de 2 y hasta 4 grados, lo cual genera movimientos similares al que provoca un camión de carga al pasar un tope o bache en la calle, y en la mayoría de las veces las personas ni siquiera se dan cuenta, como los ocurridos el pasado 12 de diciembre de 2023, donde quienes residen en la cercanía del epicentro sintieron sólo tres; sin embargo, los equipos del Servicio Sismológico Nacional registraron un total de once movimientos.

Este tipo de sismos técnicamente son de tipo “intraplaca” o “corticales”, pues se generan al interior de la placa de Cocos, específicamente en el borde que está por debajo de la placa Norteamericana, esto como consecuencia del proceso de subducción mencionado anteriormente.

Dichos sismos, al colocar sobre un mapa sus diferentes epicentros, es posible observar que se generan principalmente a lo largo del Eje Neovolcánico Transversal, el cual atraviesa la república desde el Océano Pacífico hasta el Golfo de México, pasando por los estados de Jalisco, Michoacán, Querétaro, Guanajuato, Estado y Ciudad de México, Tlaxcala, Puebla y Veracruz, y es debajo de dicho eje donde se libera la energía que origina a los microsismos de la Ciudad de México.

Similar a lo anterior, en el resto del país, los temblores intraplaca se generan por debajo de las principales cadenas montañosas: la Sierra Madre Occidental y la Sierra Madre Oriental.

En el caso de la capital, la mayoría de los epicentros se localizan en la orilla de la Sierra de las Cruces, al poniente, y la Sierra del Chichinauhtzin (Ajusco) ubicada al sur, en las alcaldías Coyoacán y Álvaro Obregón; estas últimas dos sierras son, a su vez, parte del Eje Volcánico Transversal.

Gráfico: Israel H. Ortega. Sismos intraplaca. Son producidos al interior de la placa de Cocos al quedar ésta por debajo de la Norteamericana debido al proceso de subducción.

Ahora bien, es importante mencionar que, aunque la mayoría de los terremotos intraplaca o “microsismos” son de bajas magnitudes, no siempre es así. El ocurrido a las 13:14 horas del 19 de septiembre de 2017 tuvo su epicentro en los límites de Morelos y Puebla, a 12 km al sureste de Axochiapan, Morelos, a 120km de la Ciudad de México y a una profundidad de 57km. Este movimiento tuvo una magnitud de 7.1, fue sentido fuertemente en el centro del país y dejó un total de 369 personas fallecidas, la mayoría en la capital mexicana, además de decenas de edificios colapsados y otros dañados gravemente.

Actualmente, con el desarrollo de la tecnología ha sido posible tener un mayor registro en comparación con la información de hace veinte o treinta años, pero ello no debe interpretarse como si estuviera temblando más; lo que ha aumentado es la cantidad y precisión de los sensores instalados en diversas partes del país y, en consecuencia, se incrementa la capacidad para detectar terremotos que antes no era posible conocer. Dicho de otro modo, a diario tiembla en diferentes partes del país, la diferencia es que el día de hoy hay mayor cantidad de equipos instalados y por ello es más fácil detectar temblores.

Imagen: SSN; tratamiento: Arq. Israel H. Ortega. Sismicidad en el año 2022. Cada punto en el mapa es un sismo. Se puede observar que tiembla a lo largo de todo el país. Los sismos intraplaca se generan bajo la Sierra Madre Occidental y Sierra Madre Oriental. Tomada de: [http://www.ssn.unam.mx/sismicidad/mapas-de-sismicidad-anual/]
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Conclusiones

Los microsismos son temblores bastante comunes con epicentros en prácticamente todo el país, con excepción, si acaso, de la Península de Yucatán, pues entre Campeche, Yucatán y Quintana Roo, en 2022, sólo se registró uno de magnitud 3; en tanto que de 2019 a 2021 no se tiene registro de alguno.

Los ocurridos en la Ciudad de México en 2023, hasta el momento, han sido de bajas magnitudes que muchas veces las personas ni se dan cuenta. Sus epicentros tienen lugar predominantemente en la zona de las barrancas de Álvaro Obregón, a unas pocas cuadras de los segundos pisos del periférico, alcaldía que posee trece barrancas en total, las cuales se complementan con las de Cuajimalpa, Magdalena Contreras y Miguel Hidalgo, con 10, 1 y 4, respectivamente.

Todas son parte de la Sierra de las Cruces, al poniente de la capital, misma que se une al sur con los volcanes del Ajusco o Sierra del Chichinauhtzin y termina al norponiente de Cuautitlán Izcalli, por el rumbo de Chapa de Mota, en el Estado de México.

Por lo anterior, es fácil identificar la posible ocurrencia de terremotos en las faldas de las diferentes cadenas montañosas del país.

Imagen: Google Maps; tratamiento, Isra H. Ortega. Sismos intraplaca o «microsismos» en la Ciudad de México durante 2022. Cada uno de los puntos amarillos representa un epicentro. Con información del Servicio Sismológico Nacional.

Datos curiosos

Las palabras “terremoto” y “sismo” son sinónimos. La primera viene del latín terrae, tierra y motus, movimiento; es decir, movimiento de la tierra; la segunda proviene del griego seismós, que a su vez deriva de seíein: sacudir, traducido como “sacudimiento de la tierra”. Cabe destacar que no existe ningún parámetro para determinar en qué momento deja de ser sismo y se considera como terremoto.

Si bien es cierto que los medios de comunicación, sobre todo la televisión, han difundido la idea de que un terremoto es un sismo de grandes magnitudes causante del colapso de muchos edificios y personas fallecidas, es simplemente eso, una cuestión mediática, pues en realidad es lo mismo. Tan válido es decir que hubo un terremoto de magnitud 2 que nadie sintió, como decir que hubo un sismo de 7.1, como el del 19 de septiembre de 2017 que ocasionó muchos daños en el centro de la República Mexicana.

El término microsismo deriva de que es un sismo pequeño, pues su magnitud es, como se mencionó, tan baja que la mayoría de las veces no se siente; sin embargo, no hay que olvidar que son más bien temblores intraplaca, cuyas magnitudes no siempre serán las mismas y podría repetirse otro similar al de septiembre de 2017.

Por otro lado, es importante tener muy presente la posibilidad de que haya un temblor mayor al de 2017, pues éste fue de tipo intraplaca con epicentro en Morelos y no en la costa. Y de acuerdo con estadísticas, en números redondos cada 30 o 35 años ocurren sismos de grandes magnitudes.

En este sentido, en la costa de Guerrero no se ha producido un sismo grande desde hace 60 años. El temblor de 1985 que afectó a la capital tuvo epicentro en Lázaro Cárdenas, Michoacán. Los estudios geológicos mencionan que existe la probabilidad de una acumulación de energía en dicha zona, la cual podría liberarse en cualquier momento generando un temblor de gran magnitud, cuya duración del movimiento de la tierra sea mayor a la que se experimentó tanto en 1985 como en 2017.

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